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Esta obra abstracta presenta una cordillera de formas rocosas en el centro de la composición, rodeada por tonos azules que se difuminan con blancos y se realzan con reflejos dorados. Las formas rocosas están enriquecidas con detalles dorados que resaltan su imponencia. La obra captura la majestuosidad de una cordillera que se eleva hacia el cielo, con los tonos celestiales que se fusionan con la tierra.
La obra se inspira en la grandeza de las cordilleras y en la armonía entre el cielo y la tierra. Los tonos azules difuminados con blancos representan el horizonte celeste, mientras que los reflejos dorados en las formas rocosas simbolizan la luz celestial que ilumina la montaña. La combinación de elementos naturales y celestiales busca transmitir una sensación de serenidad y asombro ante la belleza de la naturaleza.
“Con esta obra he querido representar la majestuosidad de las cordilleras y la conexión entre la tierra y el cielo. Utilizando una combinación de técnicas y materiales, he creado una obra que invita al espectador a contemplar la grandeza de la naturaleza y a reflexionar sobre nuestra relación con el mundo que nos rodea. Espero que esta obra inspire asombro y serenidad en quienes la contemplen.”